Referentes de Massa y Bullrich coinciden en que la economía “está complicada”

Los economistas abordaron el problema de las cuentas públicas y el manejo de la inflación y el tipo de cambio, aspectos críticos.




La coyuntura económica es “muy complicada y difícil”, coincidieron en señalar hoy el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, y el diputado Luciano Laspina, uno de los referentes de Patricia Bullrich mencionado como posible titular del Banco Central si Juntos por el Cambio llega al Gobierno.

Rubinstein además dijo que el gobierno de Néstor Kirchner, en el que participó hasta la salida de Roberto Lavagna del Palacio de Hacienda, hubo una “economía con una macro ordenada” y lamentó que “no había ninguna necesidad de romperla, pero la cuestión es que, por distintas razones, esas ínfulas y ansiedades argentinas más allá de otras cosas, hubo intentos de hacer cosas grandiosas y terminamos bastante mal, ¿no?”.

Los economistas abordaron el problema de las cuentas públicas y el manejo de la inflación y el tipo de cambio, aspectos críticos. El viceministro de Economía reconoció que la realidad que transita el país “se trata de una situación incómoda”. Por otro, el hasta unas semanas principal asesor económico de Patricia Bullrich, aseguró que se está ante un “final de ciclo, de una transición que es sumamente compleja”. Ambos dieron cierre al 25° Workshop en Finanzas y Economía Internacionales que organizó la Universidad Torcuato Di Tella.

Desde puntos y miradas opuestas, ambos llegaron a cierto consenso acerca de lo que se debe hacer con el cepo cambiario a partir de diciembre y con qué celeridad. Rubinstein, quien fue parte del gobierno de Eduardo Duhalde y del primer tramo del de Néstor Kirchner, reconoció que en la Argentina las variables macro están muy debilitadas y resaltó el período 2002-2005 como un momento en que la economía del país “logró ordenarse”. Remarcó que en aquel momento Argentina había conseguido “un superávit primario del 3% del PBI, ahorro en el país y superávit de cuenta corriente”.

El funcionario reconoció que “la realidad tiene demasiadas idas y vueltas y frustraciones y ahora estamos en un momento realmente difícil”. Rubinstein, que llegó al Gobierno un año atrás de la mano de Massa, resaltó que en estos últimos doce meses hubo tres momentos de shock: la crisis de la deuda en pesos y la estabilización que intentó encarar el ministro desde agosto pasado, la sequía “que partió en dos el sendero de política gradualista” y el shock electoral. Rubinstein sorprendió al decir que el resultado de las PASO, con Javier Milei a la delantera, sorprendió de tal manera que llevó a “adelantar una devaluación que ya estaba pactada con el Fondo”.

“El lunes (por el 14/8) amanecimos con el blue disparado en un 20%, los bonos cayendo y esto obligó a anticipar una devaluación acordada con el Fondo. Las cosas no salieron”, dijo el economista. Aseguró que están trabajando “intensamente para intentar proponer un presupuesto con superávit fiscal” para 2024. En este punto, remarcó que el principal fracaso de Argentina es no haber logrado sostener un superávit robusto.

Por su parte, Laspina buscó diferenciar a las propuestas económicas que plantea su espacio de las que aportan Unión por la Patria y La Libertad Avanza, y aseguró: “Se está dando una combinación bastante inusual que es la de dos fuerzas políticas, que por distintas motivaciones y con distintos instrumentos quieren matar al peso”. En este sentido, señaló: “El Gobierno, que tiene un déficit fiscal enorme que está financiando con impuesto inflacionario” y agregó: “Hay una fuerza opositora, que acaba de ganar las elecciones, que quiere matar el peso porque quiere cerrar el Banco Central”, dijo.

“¿Cuál sería la solución para evitar una hiperinflación en Argentina? Obviamente, que gane un gobierno que quiera salvar el peso, que quiera estabilizar la demanda monetaria y no matarla”, dijo Laspina y remarcó los detalles de su “plan de estabilización”, y luego de haberla atravesado, habló de la importancia de poner topes al gasto, y reformar la carta orgánica del Banco Central. Ambos coincidieron en que la economía argentina no tiene anclas ni monetarias, ni fiscales, ni cambiarias.

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