Nuestras palabras de la nada

Colaboración por Lucrecia Casemajor -lucreciacasemajor@gmail.com




Hay algunas cuestiones básicas que no deberíamos olvidar nunca. Por ejemplo, que somos portadores de palabras. De manera gratuita, tal como lo es la vida misma, nos vienen dadas las palabras que conforman el lenguaje como patrimonio universal. Todas las personas sin distinción de ningún tipo, llevamos puestas las palabras como tesoro de nuestra humanidad, que justamente por ellas se distingue de los otros reinos que habitan esta tierra. 

Las manejamos según la lengua, que es la manera de expresión de una comunidad en particular y las emitimos a través del habla, que es concreta, está sujeta a cambios geográficos, culturales, físicos y se manifiesta mediante la palabra hablada o escrita.

Y las hay de todo tipo y para toda ocasión. Están las más hondas que hablarán de nuestros sentimientos y emociones en positivo, con las que nos podemos dar a la tarea de amar y discursear desde lo mejor. Algunas quedarán escondidas en nuestra intimidad como reservorio de lo que aún no podemos dar con ellas. Otras son maneras de explicarnos e intercambio en las más suaves o difíciles situaciones de nuestra necesidad de hacernos ver y entender. Y también tenemos las que se disparan a quemarropa, sin pensar en las personas que las pueden recibir como balas pulidas de muerte. 

Todas juntas pueden formar cielos de diversa intensidad y diferentes paletas de colores, según vayamos eligiéndolas. Generan la profundidad de lo celeste y según su altura navegan por entre nueves altas, medias y bajas.  O pueden generar y construir diversas maneras de persuasión, manipulación y promover pensamientos  propios para que sean adoptados por otros. 

No podemos olvidar que las palabras son materia viva que pesa. Son materia de nuestro decir y van construyendo nuestro hacer. Desde su misma condición parlante  acompañan nuestro ser y querer ser en cada instante de nuestra vida. Lo sepamos o no, seamos conscientes o no de su ejercicio vital, ellas se materializan cuando nos endulzan las orejas con promesas, cuando se agregan mal intencionadamente para la manipulación, cuando se dicen con insistencia para imponer conceptos, cuando nos meten miedo y amenazan y, también se materializan, cuando las usamos para influir en la libertad ajena. 

Las palabras del discurso político, las de las tendencias culturales y las modas, las de las jergas, las de los estilos mediáticos y filosóficos, las de las ciencias y las religiones afectan y ejercen poder sobre las personas.

Y es en las tendencias a pronunciar palabras carentes de sentido para la vida de los que escuchan, cuando los discursos y relatos toman por asalto a quienes no están en condiciones ni de generarlos ni de pensarlos. Entonces, aparecen palabras que al no saber la connotación y denotación de lo que se está diciendo, y mucho menos el sentido real, pero están de moda, las personas copian como si fueran propias y se hacen de una manera de decir que está vacía o que ni siquiera habría que repetir para no dar mayor entidad a eso que se supone bien dicho.

Así, mis pareceres, sensaciones y opiniones aceleradas no son mi derecho a decir lo que se me ocurra cuando me venga en gana, porque lo estoy haciendo a costa de la vida real y verdadera de quienes suelen ser los marginados, los periféricos de la cultura, los incapacitados de pensar más que en la comida que no tienen o el cómo salir de la violencia en la que viven. 

Nuestras palabras de la nada están pidiendo que reflexionemos sobre las construcciones que hacemos con un lenguaje que pide a gritos acercarse al territorio real de las personas que nos gritan en la cara que ellas no saben de qué hablamos. 

Repasar nuestras palabras invadidas por otros que las pensaron primero para atraparnos en la red de la vaciedad, y reflexionar nuestras maneras de discursear es tarea y responsabilidad de quienes a diario decimos, hablamos y parloteamos en el mundo de las redes y en cuanto foro virtual nos dejan asomar la nariz.  

Ayudar y acompañar responsablemente a construir sentido es dotar del verdadero poder de la dignidad y la libertad que toda persona merece por el sólo hecho de serlo. 

5 COMENTARIOS

  1. Excelente! Hay que cuidar más lo que se dice y escucha, y salir de nuestro mundito y mirar desde el otro lado. No se puede juzgar (en realidad muchas veces directamente procesamos) porque no conocemos la realidad del otro.

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