BUENOS AIRES (NA) – Comenzó el primer partido que definirá el campeón de la Copa Libertadores, en un duelo clásico argentino, pero a la vez diferente por las aspiraciones de ambos clubes. Se juegan los primeros 90 de una partido para el infarto.
La Bombonera, a pleno de hinchas “xeneizes” con los colores azul y amarillo, se llenó una hora antes del inicio de la primera Superfinal de la Copa Libertadores y luce a la altura de los históricos superclásicos frente a River, pero con un clima especial, mezcla de euforia, expectativa y algo de nerviosismo.
Los seguidores del elenco de la ribera, tras varias horas de incertidumbre por las lluvias que no daban tregua y le ponían más suspenso al asunto, empezaron a llegar desde temprano a la Boca, vallada como nunca por un numeroso operativo policial.
Este ingreso con tanta antelación favoreció a que los accesos sean ágiles y sin mayores inconvenientes, más allá de los habituales cacheos y que a cada concurrente se le solicitaba el DNI.
La trascendencia del partido hizo que nadie se lo quiera perder. Entre otros, se pudo ver a varios ex futbolistas boquenses, como Marcelo “Chelo” Delgado, Raúl Cascini, Enrique “Ruso” Hrabina, Andrés Guglielminpietro y el “Chino” Jorge Benítez.
También estuvieron otros deportistas, como los tenistas Juan Martín Del Potro, un habitué de la Bombonera, y el “Peque” Schwartzman, además del ex campeón del mundo de boxeo y reconocido fanático “xeneize” Jorge “Roña” Castro.
Una vez en las tribunas, los hinchas “xeneizes” comenzaron con los tradicionales cánticos, que esta vez contaron con uno nuevo, que mencionaba a Guillermo Barros Schelotto como el posible conductor de un nuevo título. Hasta esta jornada especial, el “Mellizo” solo era vivado con el tradicional “Guillermo, Guillermo”.
En cuanto a las banderas, además de las que siempre se ven en el estadio “Alberto J. Armando”, hubo otras, de mano, agitadas desde todas las tribunas, sumadas a globos amarillos y azules y unas remeras que una persona ubicada en el campo de juego lanzaba hacia las gradas con una suerte de “mortero” portátil.