El albertismo resiste y advierte: “Cristina no es Perón”

En el entorno del Presidente consideran que si la ex mandataria "ganara sola las elecciones" no habría margen para una discusión interna. Mientras tanto, el "operativo clamor" toma fuerza. 

Alberto Fernández en campaña Foto NA



BUENOS AIRES (NA). — Otra semana caracterizada por el fuego amigo completó el Gobierno en la continuidad de un año electoral que ya transita por marzo y que encuentra al mandatario Alberto Fernández tratando de soportar a capa y espada dentro del oficialismo los embates del núcleo duro K, que pretende forzarlo a desistir de competir en los próximos comicios presidenciales.

Si bien en la cumbre peronista celebrada días atrás en la sede del PJ en la calle Matheu, en la tan mentada “Mesa Política” del justicialismo, se había acordado bajarle los decibelios a la interna en el Frente de Todos (FdT), la tregua en efecto duró poco, dado que el camporismo volvió deliberadamente a la carga contra la figura del jefe del Estado.

La voz cantante la lleva, por lo general, el dirigente bonaerense Andrés “Cuervo” Larroque, lenguaraz delfín del diputado nacional y líder de La Cámpora, Máximo Kirchner. La agrupación ultra-K que comanda el hijo de Cristina Fernández de Kirchner busca esmerilar las ambiciones reeleccionistas del Presidente e insiste en abogar por una candidatura de la actual vicepresidenta de la Nación este año.

Desde el entorno del primer mandatario, en tanto, se muestran decididos a resistir la tormenta dialéctica desatada en las últimas semanas -y que probablemente se convierta en una constante en la campaña electoral de 2023; en una particularidad derivada de la propia dinámica de tensión en continuado que ha mostrado la coalición gobernante desde fines de 2019 a la fecha-. En ese contexto, en filas albertistas advierten que “si Cristina fuese Perón”, no existiría margen alguno dentro del justicialismo para discutir eventuales candidaturas: “Sería ella y nadie más”. “Pero Cristina no es Perón”, subrayan.

Así lo manifestó una fuente consultada por NA, que recordó que el ex presidente y fundador del movimiento peronista, Juan Domingo Perón, cuando regresó al país después del golpe de Estado de 1955 se impuso en los comicios de septiembre de 1973 con casi el 62 por ciento de los votos. “Si Cristina ganara sola las elecciones, hoy no habría discusión”, indicó.

En el entorno albertista, lógicamente, reconocen que la ex jefa de Estado es la dirigente política más influyente y de mayor peso específico que ha surgido de filas peronistas en años recientes. Pero entienden, como quedó demostrado en 2019, que con ella sola no alcanza para obtener resultados electorales favorables: aquel año, para desbancar a Mauricio Macri, necesitó recurrir a una alianza que permitió a Fernández entronarse como Presidente.

Hoy la Argentina, un país con problemas de base verdaderamente complejos y que demanda una alta dosis de lucidez por parte de la clase dirigente para poder abordarlos e intentar resolverlos, es testigo de las alborotadas consecuencias de aquel matrimonio por conveniencia -electoral- que pactaron Cristina, Fernández y otros sectores del PJ en su intento por retornar al poder.

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